
Trina el gorrión en mi umbral.
Come y satisfecha su vehemencia,
vuela a otra esforzada forma de coraje.
Trémulo no considera otro fracaso;
entre tantos ocasos de húmedo aleteo
no lo sorprende el horizonte en llamas
ni el tibio atardecer en la ahuecada rama
demorara sus vigilias de utopía.